Etiquetas
En mi proverbial incapacidad para ser breve ni hablando ni escribiendo, a veces me planteo usar "etiquetas" en el blog para facilitar a quien quiere limitarse a lo que prefiere el ir donde está y obviar el resto.
Pues mirad. Pues tampoco
Hoy me ha dado por pensar en las etiquetas. Somos una sociedad que lo etiqueta todo, sobre todo a las personas: bueno, malo; guapo, feo; derechista, izquierdista; listo, tonto; hombre, mujer; homosexual, heterosexual; maduro, inmaduro; encantador, insoportable
Pero en la mayoría de las ocasiones esas etiquetas son simplificaciones , sobre todo las dicotómicas, y son no sólo inexactas, sino nocivas.
El humano no es que en sus características importantes esté en una escala de grises ( y además subjetivísima): está en un punto de un poliedro de infinitos colores en múltiples dimensiones.
Sin embargo, nosotros, yo, tú, querido lector, ¿ cuántas veces no tendemos a seguir la costumbre predominante social de etiquetar y facilitar nuestro juicio?
Y eso empobrece nuestro juicio, pero empobrece al etiquetado y empobrece nuestras relaciones. Convertimos a un riquísimo ser humano en unas pocas etiquetas, lo tratamos como tal, y, incluso peor, podemos , con nuestro juicio y las actitudes que de él derivan, influirle y dirigirle a ser la etiqueta que le ponemos.
Entre los infinitos meandros del río que es el actuar humano, no veamos un agua quieta: veamos un agua dinámica, cambiante, interesante, apasionante en su inmensa hermosa complejidad.
Nos podría ir la vida en ello, en circunstancias incluso se darán casos literales. Pero cada día se nos va en ello algo ENORME: nuestra FE - LI - CI -DAD
Seamos felices, hipócrita lector, mi similar mi amigo.
Tuyo sinceramente
el titiritero
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