Pa lo que unu val... ¡ y pa lo que non !
Quienes sigais este blog desde sus inicios ( ayer me comentaba P. que vaya moral que tenía, que había estado "hojeándolo" y que llevaba tres años con él con entradas en la mayoría de las épocas diarias) estaréis hartos de leerme que dos de los personajes que me fascinan son Alan Turing y Ludwig Wittgenstein. Entre otras muchas cosas, siempre me llamó la atención de sus biografías que ya desde corta edad, ambos mostraron sorprendentes capacidades para arreglar cualquier tipo de máquina o trasto que se estropeara. Para los que a la misma edad nos encantaba desarmar todos los trastos pero casi nunca volvíamos a ser capaces de armarlos resulta sorprendente :-) Más sorprendente resulta aún que se trata de personas que por lo que han quedado grabadas en la memoria colectiva ha sido por capacidades en principio muy distintas, por sus logros en el campo del pensamiento abstracto. Otro caso idéntico, mucho antes, es el de Pascal, que trabajó en calculadoras mecánicas conmovido por el esfuerzo que le suponían las muchísimas operaciones aritméticas que tenía que hacer su padre, contable de profesión. Otro día hablamos de Leibnitz y de Babbage.
Siempre he defendido que eso que llaman "inteligencia" es un concepto que, para que valiera para algo realmente predictivo de qué podemos hacer o en qué podemos ser óptimos debe ser contemplado como un conjunto de capacidades extremadamente numeroso, complejo, y variado. No negaré que los trabajos de Simon y Binet para obtener una medida numérica de un concepto del que se hablaba desde por lo menos la antigüedad clásica fueron interesantes y productivos. Otra cosa es que quizás a la Humanidad del siglo XX le hicieron más mal que bien. Redujeron realidades complejísimas a un único número que comprende apenas tres habilidades: pensamiento numérico, verbal y espacial. Las medidas tipo Simon-Binet, aunque hoy ya nadie desconozca sus limitaciones, a cosas como que conozco gente que daría, seguramente, un CI bajísimo pero que tiene unas capacidades artísticas extraordinarias, gente que no sabe componer una palabra válida a partir de cuatro letras desordenadas que se desenvuelve socialmente con unas habilidades fuera de lo común, y los ejemplos podrían extenderse hasta el infinito.
A mí , la verdad, creo que es relativamente sabido que las cosas abstractas no se me han dado nunca del todo mal. Ya desde que era un renacuajo, me encantaban las matemáticas y los idiomas. Para mí eran un deleite, que se incrementó cuando, pasada la EGB, donde no necesité estudiar para casi ninguna asignatura casi nunca, en la Secundaria me encontré con que para casi todas sí lo tenía que hacer, excepto con las mates y el inglés. Mis compañeros alucinaban bastante cuando a punto de iniciarse un exámen de matemáticas repasaban a toda leche con la ansiedad por las nubes mientras yo sí que estaba más bien en las nubes, y me preguntaban estupefactos: ¿ no estás nervioso ?... - ¿ Yo ? ... Uff... yo hoy estoy encantado. No va a haber clase, y me van a poner unas preguntas que me resultan divertidas de responder, son como los pasatiempos del periódico pero mucho más interesantes y menos mecánicas y repetitivas.
Ya desde muy pronto me planteé cómo demonios podía estar tan generalizado el enseñar tan mal las matemáticas de modo que el 99% de la gente saliera de su educación obligatoria odiándolas, y, sin embargo, devorase los pasatiempos de los periódicos o las revistas especializadas, que a mí, como digo, siempre me resultaron mucho más monótonos y menos interesantes... Si la materia se enseñase bien ( quizás con pasión, pero muchos factores inciden en la desmotivación de los docentes y pocos en su pasión ), yo, personalmente, creo que bajaría mucho el número de personas que hacen crucigramas o sopas de letras con los excelentes y apasionantes libros de matemáticas que hay, pero bueno...
El caso es que esto iba de las cosas que uno sabe hacer y las que no. Uno, ingenuamente, se consideraba medio hábil para las chapuzas caseras ( aunque siempre digo que mis preferidas, aparte del bricolaje, donde monto yo las cosas como a mí me da la gana de diseñarlas y componerlas, son las eléctricas )... Ayer se me estropeó una persiana. Ingenuo de mí, desmonté la pieza rota sin apenas atención a cómo estaba dispuesta, para llevarla a la ferretería para comprar otra igual. Esta mañana me he puesto a arreglarla.... ¡ Malditos roedores ! Eché media mañana en entender cómo demonios había que montar el invento.... Cada vez que mi abuela me preguntaba cómo iba le contestaba, muy en serio, en medio de mi cabreo ( con la persiana, pobrecita inocente ella ser inanimado, para ocultar que con quien estaba realmente enfadado era conmigo por mi chulería de no fijarme bien antes de desmontar la rota ): mal, ¡ tienes un nieto demasiado tonto para arreglar una persiana !
Bueno, al final, después de mucho luchar contra los elementos, me quedó perfecta..... a falta sólo de darme cuenta de que cuando fui a rematar la faena atornillando el embellecedor descubrí que tenía que haber pasado la cinta de la persiana por una ranura de éste, de modo que ahora que ya sé cómo va el invento..... sólo me queda repetir todo desde el principio pasándola por ahí.... ahora bien, como ahora ya sé cómo va y no tardaré mucho, y estoy hasta las narices de persianas, el embellecedor tendrá que esperar a que se me pase la mala hos**a :-)
Cuando , como me sucede en ocasiones, alguien me indique alguna de las cosas que se me dan medio bien, ya sé lo que tengo que contarle: eso es porque no me has visto tratar de arreglar una sencillísima p**a persiana :-)
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