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Titiritero de palabras

The house of the rising sun

The house of the rising sun

En enero de 1981, Ronald Reagan juraba su cargo como Presidente de Estados Unidos. Por la misma época, se tenía a Margaret Thatcher como Primera Ministra del Reino Unido. El nuevo Presidente solventaba una oscura crisis con rehenes en la embajada americana en Teherán, que hoy está bajo sospecha de que se prolongó con total acuerdo de los más radicales de ambos países para perjudicar las ya malas expectativas electorales de Jimmy Carter y reforzar el poder de los halcones de ambos estados. Los generales argentinos, entre tanto, en tiempos de popularidad bajo mínimos del gobierno dictatorial de Galtieri, emprendían una aventura destinada a unir el país tras de ellos: obtener manu militari la soberanía de las Islas Malvinas, o Falkland Islands, hasta entonces bajo bandera de Su Graciosa Majestad. Naturalmente, a la Dama de Hierro no le tembló la mano a la hora de arrasar al inferior ejército argentino y recuperar las islas, sin que la gran cantidad de sangre vertida por inocentes de ambos contendientes la hiciera pestañear lo más mínimo.

Se iniciaba un periodo de dureza en las posiciones internacionales, aislacionismo, reducido, a lo sumo, al famoso vínculo transatlántico angloestadounidense. Ultraneoliberalismo en la economía. Guerra de las galaxias. Opciones maximalistas en la conducción de la guerra fría. Extensión hasta el paroxismo del famoso lema que años antes enunciara Henry Kissinger, aludiendo no recuerdo a quién ni me importa, quizás a Pinochet, de que "es un hijo de puta, cierto pero es nuestro hijo de puta", con apoyo de inteligencia, logístico y militar a los peores paramilitares y dictaduras de centroamérica, sudamérica y el Caribe. Laissez faire en Afganistán con tal de que la Unión Soviética fracasara. Vista gorda a las atrocidades iraquíes para contener al régimen iraní, o, peor aún, generoso apoyo a los esfuerzos de guerra del Baaz de Saddam Hussein para sostener un horrendo enfrentamiento que habría de causar más de un millón de muertos...

Hoy, sólo mucho después, sabemos cuál ha sido el saldo final del giro ultraconservador en los países anglosajones, particularmente en EEUU, y en todo Occidente en general. Estados Unidos se convirtió más que nunca en un país antipático a decenas de movimientos de todo el mundo, arrastrando consigo el odio a occidente en no pocos. La victoria en la guerra fría no dio lugar a un comportamiento inteligente y generoso, sino a un aprovechamiento exagerado de la condición de única superpotencia en que se convertía el tío Sam. Con el mayor descaro, como cuando el prefecto Renault cierra el café de Rick en Casablanca sorprendido por haber descubierto que en el local se juega, mientras con la otra mano recoge sus ganancias de la jornada, a los que ayer jaleaban, hoy son atroces regímenes cuyos excesos deben ser terminantemente cesados, y así nos tragamos casi todos como pininos la Primera Guerra del Golfo.

La economía crecía, se postulaba que los ciclos económicos se habían ido para no volver, las guerras las ganaban "los buenos", .... Entre tanto los palestinos se desesperaban, los niños iraquíes fallecían y el hambre y las enfermedades proliferaban mientras los corruptos de uno y otro lado se hacían multimillonarios con las desviaciones del programa Petróleo por alimentos.... Los radicales se radicalizaban aún más, la inteligencia occidental no se enteraba de nada, lo inteligente hubiera sido rebautizar a los servicios secretos como Servicios de Estupidez....

Y llegó el 11-S. Conmoción, estupefacción... Respuesta ahondando en los errores de la extrema derecha neocon. Reunión de las Azores. El superávit de los ocho años de administración Clinton se dilapida en gastos militares en menos de dos años. Si alguien creía sinceramente que la guerra de Irak, aparte de hacer papel mojado los acuerdos del gobierno iraquí con petrolíferas francesas y dejar en manos anglosajonas el crudo del Pérsico o de inflar hasta el infinito los beneficios de todas las empresas relacionadas de alguna manera con el Vicepresidente Cheney iba a servir para imponer una democracia a punta de arma automática, estaba en un tremendo error...

Y en estas llega la crisis económica, con un estado en bancarrota y con su capacidad de acción muy reducida, con unos agentes económicos que han hecho lo que les ha dado la gana sin el menor control, la mano invisible de Adam Smith se había desbocado concediendo créditos hipotecarios incobrables, manipulando las cuentas de Enron, corrompiendo a las empresas de auditoría antaño solventes y fiables.

Algunos sospechábamos no sólo de que la política imperante en el Imperio en los últimos treinta años podía ser nociva para el mundo, sino de que nos estaban engañando con mentiras de destrucción masiva. Hoy ya no cabe la menor duda. Sin embargo, el pueblo americano que por dos veces votó al peor Presidente de su Historia, ha sabido dar un giro. Han corregido el tremendo disparate de 2000 y 2004, y han llevado un aire nuevo a la Casa Blanca. La tarea que le espera es dificilísima, las certezas sobre qué hacer en economía en una situación que se parece bastante a otras crisis pero que presenta algunas características inéditas escasean, el fracaso es una posibilidad. Pero se abre la esperanza, hoy, con el Trío de las Azores fuera de los puestos de poder, de apertura a nuevas formas de enfrentar la Historia, al multilateralismo político, militar y económico. Al reconocimiento de la realidad. Al valor de apostar por los valores que nos unen y que no nos dividen. A la posibilidad de que Occidente vuelva a ser un espejo en que mirarse, y no el Gran Satán que para muchos, comprensiblemente, venía siendo. Bush, Blair y Aznar han sido sustituidos por Obama, Brown y Zapatero. Prácticamente todos los agentes mundiales, con la excepción notable de Hamás, que tendrá tiempo de repensar, han expresado esperanzas de que se abra un nuevo tiempo.

La primera cita, el 15 de noviembre, en la que puede ser la reunión que dé paso a un nuevo Bretton Woods.... Ojalá el mundo esté a la altura. Lo necesitamos.

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