Sensación agridulce
Hoy, todos los medios se han apresurado a comunicar que ese ser con apariencia de pertenecer a nuestra especie pero cuya falta del más mínimo sentido de la empatía, de la comprensión por los otros seres humanos, delata que no puede ser más que un trozo de carne con unas neuronas capaces apenas de comprender el significado de 20.000 euros, pero jamás de comprender el significado de la palabra "valor" (todo necio / confunde valor y precio), me refiero, claro está a Tomás Delgado Bartolomé ( lo repetiré una vez más, para que a nadie se le olvide: Tomás, Delgado, Bartolomé) retiró la demanda en que pedía dinero por los daños causados en el coche con que atropelló morltalmente a un chaval y por el coste soportado por emplear otro de sustitución para acudir a un trabajo que a nadie consta que tuviera.
La sensación que vi en mi entorno era de enorme alegría, yo, la verdad, me llevé sobre todo una decepción, porque , en mi ignorancia del Derecho, me temo que eso conlleva que no va a caber que se le imputen las costas. A mí me hubiera gustado que además del asco que ha generado entre toda la población española, este inhumano hubiese sufrido una sentencia desfavorable con imposición de costas, como primera medida para que empiece a recibir el único tipo de mensajes que parece capaz de entender.
Eso sí, parece que el despropósito que movió ( "no necesito los 20.000 euros, pero, oyes, tampoco tengo por qué perderlos") va a conseguir que lo que ya estaba a punto de quedar definitivamente impune se reactive y se abra una puerta a la reapertura de diligencias penales. Parece que el fiscal va a buscar cualquier resquicio que pueda compensar el difícil de comprender deficiente atestado que hicieron los funcionarios de la Guardia Civil que intervinieron la noche de la tragedia ( no logro entender cómo no se le practicó una medición de alcohol en aire espirado o se le llevó rápidamente a un centro de salud para que le extrajeran sangre para una medición del nivel de etanol en sangre y sólo al cabo de hora y cuarto se le hizo la prueba en aire espirado) y la comprensible falta de reacción de unos padres noqueados ante una comunicación judicial que daba sólo tres días para recurrir el archivo de las diligencias a que se veía dirigido el juez ante la falta de indicios de ilícito penal.
Lo que ya no tiene remedio, ya no lo tiene. Me gustaría que Tomás Delgado Bartolomé reflexionase y sintiese el dolor que nos aflige a cuantos hemos perdido seres queridos en la carretera, aun no habiendo tenido nada que ver en ello. Si no hay forma de inocular Humanidad en ese subhumano, no me quedará más remedio que desearle una condena penal con pena de privación de libertad, a ver si así, al menos, no reflexiona, pues el caso en ese sentido parece perdido, pero algo aprende.
Entre tanto, que jamás se nos olvide ese nombre: si realmente es un empresario industrial, una respuesta coherente por parte de la sociedad sería jamás tratar con ningún negocio en que estuviera involucrado este sujeto, tratando de forzar que no le quede más remedio que sustituir sus Audis por una bicicleta, para que tenga la ocasión de experimentar cómo se siente quien no tiene más protección frente a los riesgos de la circulación que el aguante de sus huesos.
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Sergio -