Compañero de nada
Voy a confesar la evidencia: esta bitácora es un caos, jajajja.
Aparte de las variaciones temáticas consustanciales a los cambios de humor del ciclotímico de su autor, pedazo de maniacodepresivo sin diagnosticar que ríete tú del personaje de la película Mr. Jones, este sitio, pretendidamente, iba a tener una cierta estructura: un breve comentario de quien esto escribe, y una referencia a una película, un libro o una canción, preferentemente relacionada con el tema tratado en el post. De esto no queda nada, por cierto, últimamente apenas finalizo con el consabido libro, peli, disco...
Vamos a enmendar. Pero hay quien dice que la mejor manera de solucionar ciertos problemas es incrementarlos antes hasta un nivel insostenible, de modo que luego no quede más remedio que atajarlos, con más éxito del que hubiera obtenido un ataque directo. Así pues, esta contribución al blog, temblad, batirá todos mis registros de nivel de desorden. Así que os contaré una historia.
En agosto de 1997 conocí a un personaje de esos que hacen palidecer a algunas ficciones. Un hombre de unos cuarenta y muchos años que, en su juventud, había coqueteado con los grupúsculos de extrema izquierda, pero que se alejó de ellos cuando la mayoría de sus compañeros de militancia se adentraron por el camino de la violencia , y se integraron en las Brigadas Rojas. Él , contrario a la violencia, abandonó la actividad política y se hizo hostelero. Como quiera que tengo la (poco) secreta esperanza de que una persona que estaba conmigo en Roma en aquellos días lea este blog de vez en cuando, diré, por si hiciera alguna falta explicitarlo, que estoy hablando de Luciano. Y aunque Luciano y yo compartíamos no pocas ideas sobre la condición humana, la diferencia generacional, y, en particular, como consecuencia de ella , la diferencia entre nuestras trayectorias vitales nos hacía opuestos en muchos signos: A Luciano le gustaba Il Messaggero, yo leía La Repubblica... Pero, sobre todo, en lo que importa a este blog: yo era un "escuchador" impenitente de Francesco Guccini , mientras que Luciano seguía por media Italia a Antonello Venditti. Y Luciano, y Venditti, me hacen siempre pensar en algo que , contado a un extraterrestre, parecería imposible: toda una generación ( y mucha gente más ) lleva cuarenta años dándole vueltas a un solo mes ( mayo de 1968 ). Me gustaría saber cómo es posible que alguien como yo, nacido varios años después del 68, y que de Pasolini sabe que fue un escritor y cineasta asesinado en un oscuro incidente cerca de Ostia, sienta algo, entienda perfectamente, cuando un autor canta "Compañero de escuela, compañero de nada, ¿ te salvaste del humo de las barricadas ? Compañero de escuela , compañero de nada, ¿ te salvaste, o has entrado a trabajar en un banco precisamente tú?" [ Antonello Venditti, "Compagno di scuola", 1975]
Resumiendo, ya está indicada la canción: Compagno di scuola, de Antonello Venditti.
Queda un libro: si pretendemos entender algo, no cabe duda que es muy útil lo que nos puede contar Erri de Luca. Erri es la forma en que los italianos pronuncian el nombre anglosajón Harry, y es que Erri, entre otros curiosos datos de su biografía , es hijo de un estadounidense y una napolitana. No contaré más para no estropear el juego a quien desee Googlear un poco sobre él. No os perdáis, sobre todo, sus entrevistas; desde cualquier aproximación ideológica, son interesantísimas para comprender ese fenónemo casi nunca bien explicado que es el 68 que, a ratos , me hace preguntarme si será objeto de estudio histórico, político, sociológico, o más bien materia para Cuarto Milenio. Concretando, de nuevo; un libro: "Adelfa, arco iris", de Erri de Luca ( Akal Ediciones, 2000).
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