El hombre contra la máquina
Desde anteayer, el campeón del mundo de ajedrez, Vladimir Kramnik, se está enfrentando al mejor programa de ordenador, corriendo bajo el hardware más potente que se haya dedicado hasta la fecha a jugar al juego mental.
Escribía Roger Penrose hace tiempo que curiosamente no nos inquieta que haya máquinas capaces de levantar pesos mucho mayores que los que decenas de personas coordinadamente podrían; que no nos incomoda que haya aviones que nos puedan llevar en pocas horas donde no seríamos capaces de llegar andando. Pero que nos causa inquietud que una máquina sea capaz de superar a los humanos en aquello que consideramos más plenamente propio, la capacidad de pensar.
Sin duda tiene razón Penrose. No obstante, yo, un tanto puerilmente, estoy siguiendo este duelo humano contra máquina con gran interés, y estoy intensamente del lado de Kramnik, más de lo que lo pueda estar de parte del Oviedo, el Sporting o el Barça en un partido de los que desatan pasiones. En la primera partida, con blancas, Kramnik estuvo a punto de vencer, terminó en tablas. Hoy, a partir de las tres, el segundo asalto, donde la persona tendrá que aguantar el envite del monstruo calculador con negras. No me lo pienso perder...
5 comentarios
Sergio -
Otra cosa quizás sea cuando fabriquen un Nexus que pueda debatir con nosotr@s si le ha gustado la última novela de Manuel Rivas, sin haber sido programado expresamente para ello. De momento, nadie ha visto atacar naves en llamas más allá de Orión; ya veremos.
darkglam -
Una cosa es la capacidad de pensar y otra la de computar.
A fuerza de backtraking, heuristicos y podas alfa-beta pueda que la computadora derrote a Kramnik en una partida de ajedrez pero su toma de decisiones finaliza ahí. Cuando Kramnik se levante
de la mesa pensará y tomará decisiones a las que la computadora no puede ni acercarse. Es una inteligencia
unidimensional (computadora) contra una inteligencia n-dimensional.
En resumen una computadora no piensa, computa. Para que una
máquina pudiese acercarse a la inteligencia humana deberiamos conocer mucho mejor como funciona nuestro cerebro e inteligencia.
Amén.
Sergio -
En cuanto a los delitos sobre internet. Pues están tan protegidos como lo puedan estar los que cometen a tu daño en mitad de la calle con dos detalles adicionales: algunos delitos, por ejemplo el de calumnias, se consideran agravados cuando se realizan con publicidad, y publicarlos en Internet se considera "con publicidad" (hay ya abundante jurisprudencia al respecto, por si cabía alguna duda a la doctrina) [ Véase al respecto, por ejemplo, el artículo 211 del Código Penal]. Y el otro detalle es que en internés dejas pruebas irrefutables de tu autoría. Basta que un juez dicte un auto autorizando a examinar los logs del servidor y ahí aparecerán negro sobre blanco la dirección IP del autor, la hora , minuto y segundo de la tropelía.... De hecho yo estoy esperando que me agredan en la red para poder querellarme y vivir una temporadita sin trabajar ;-) ¿ Voluntari@s ?
donchus -
Frida: no hay un vacío legal tan enorme, los mismos delitos que se pueden denunciar en la vida "real" se pueden denunciar sobre el "mundo virtual". Vamos que no sé lo que te habrán hecho pero puedes ir al cuartelillo de la Guardia Civil y poner una denuncia.
Por cierto, eres la primera persona que oigo que en general le caen mal los asturianos. Es curioso.
Sobre el tema de Roger Penrose yo creo que es una cuestión del momento actual. Ya tenemos asumido que las máquinas nos pueden en lo físico (al principio no creo que fuese así) pero ya asumiremos que nos pueden ganar al ajedrez, sino que se lo pregunten a Kasparov. Eso sí yo voy con Kramnik.
Frida -
Mi integridad física estoy viendo que corre peligro como no me dejen en paz unos cuantos indeseables que escribían en mi blog hasta hace unos días (ahora lo hacen en otro), porque ayer del disgusto y con la cabeza en babia casi me caigo en un río. ¿En internet se puede insultar a alguien con nombre y apellidos y quedarse tan ancho?¿Realmente hay un vacío legal tan enorme?
Saludos
PD. Vaya, en general no me caían bien los asturianos, pero está claro que la excepción confirma la regla.