La familia multípeda
La Audiencia de Barcelona se acaba de pronunciar sobre un procedimiento para decidir sobre el eventual derecho de un ex-marido a visitar al perro de la familia. El tribunal encuentra insólito que se haya recurrido a los juzgados y tribunales para resolver un litigio sobre las visitas a un animal. A mí, más bien, a estas alturas, me resulta insólito que el juzgador se sorprenda. Hace años que llevo asistiendo a un proceso, cada vez más marcado, en que las parejas más o menos jóvenes sustituyen, en casi todos los aspectos, y en particular los afectivos y emocionales, el tener hijos por tener un perro. Y a ello no es, en absoluto, ajeno, el hecho de que el esfuerzo para adquirir la vivienda esté acaparando la mayoría de la renta familiar disponible. Si suscribes un crédito hipotecario para financiar la compra de un techo, en la mayoría de los casos, los posibles para tener uno o más hijos se esfuman. Y un cuadrúpedo no requiere los gastos que, en la sociedad contemporánea, se suponen debidos a la crianza de esas criaturas que sólo andan a cuatro patas durante sus primeros meses. El perro no te pide un teléfono móvil cuando llega a su adolescencia; no suele tener gastos escolares. Sus juguetes son mucho más baratos que una PSP. Y, por si fuera poco, no suele excederse con los tóxicos las noches de los sábados (además de barato, ahorra disgustos).
No se preocupen sus señorías. Si la vivienda sigue por sus fueros, si los bancos continúan sin regalar el dinero, en apenas veinte años tendrán de nuevo a esta chica entre sus papeles. Cuando vaya por su segundo o tercer matrimonio, haya dejado quince años atrás su edad fértil, saldado su hipoteca y pueda permitirse su primer hijo. En ese momento, un nuevo indeseado litigio llevará a alguna de las partes a someter a su criterio los desacuerdos entre la propietaria del perro, su ex-pareja, el donante de esperma y la madre de alquiler. Y para entonces, ese bodevil posiblemente ya sea, para tan altos magistrados, asunto que merezca su tiempo y su energía.
Entre tanto, pueden imputarle las costas del canino desencuentro al señor Euribor. Fuerte y creciente como está, seguro que no le importa.
No se preocupen sus señorías. Si la vivienda sigue por sus fueros, si los bancos continúan sin regalar el dinero, en apenas veinte años tendrán de nuevo a esta chica entre sus papeles. Cuando vaya por su segundo o tercer matrimonio, haya dejado quince años atrás su edad fértil, saldado su hipoteca y pueda permitirse su primer hijo. En ese momento, un nuevo indeseado litigio llevará a alguna de las partes a someter a su criterio los desacuerdos entre la propietaria del perro, su ex-pareja, el donante de esperma y la madre de alquiler. Y para entonces, ese bodevil posiblemente ya sea, para tan altos magistrados, asunto que merezca su tiempo y su energía.
Entre tanto, pueden imputarle las costas del canino desencuentro al señor Euribor. Fuerte y creciente como está, seguro que no le importa.
2 comentarios
Sergio -
car -
Yo es que como no tengo perru...xDDDDDDDDDDDDDD
besinos