Es tiempo para el burro de tirar del carro
Quienes estuvisteis el pasado miércoles en el funeral que se celebró a las cuatro de la tarde en Santullano, se lo habréis oído al Párroco de Nuestra Señora de Covadonga, que ofició por vacaciones del titular de su parroquia vecina. Don José María se preocupó aquella mañana de subir al Tanatorio y hablar con un familiar, para preguntarle cosas sobre cómo era el difunto, por lo que supo, entre otras cosas, que era un gran admirador de Juan XXIII, "il papa buono". De modo que el buen párroco, en lugar de hacer un "funeral McDonald's" con una alocución standard, preparó la despedida del finado a medida.
Y fue en estas que relató que el modesto hijo de un campesino bergamasco, que como única herencia después de haber sido la cabeza de una Iglesia con inmensas propiedades dejó a sus hermanos la cantidad de 13 ( trece ) liras italianas en herencia, manifestó en una ocasión, con su habitual humildad: "Cuando no hay caballos, nos toca tirar del carro a los burros".
Imagino que el sacerdote se refería a un hecho bien conocido en la biografía del a la sazón sesentón Angelo Giuseppe, que aún no era ni cardenal. En diciembre de 1944, el entonces solamente obispo Roncalli ( que ejercía de nuncio en Estambul, y que si había sido nombrado obispo. en su momento lo fue solamente porque en un anterior destino, - Bulgaria, 1925-, si bien la condición de Obispo no era necesaria, al entonces Papa Pio XI le pareció que no sería oportuno que tuviese que departir en un país donde las iglesias cristianas mayoritarias eran otras, y el catolicismo romano, básicamente residual, con los obispos de otros ritos siendo un simple cura de base, sin galones que lucir ante los obispos ortodoxos), recibe un telegrama de la Secretaría de Estado de la Santa Sede comunicándole que había sido nombrado nuncio apostólico en Francia.
En aquellos momentos el general De Gaulle estaba manteniendo un duro pulso con Roma. El general que lideró desde Londres la Francia Libre, ya Jefe del Estado Francés , deseaba que los obispos colaboracionistas con el régimen de Petain fuesen jubilados. Quedaban poco más de tres semanas para la recepción oficial al Cuerpo Diplomático, por el Presidente de la República, tuviese lugar el 1 de enero, y la tradición establecía que el saludo lo encabezase, como Decano de los Diplomáticos ante París, el nuncio.... Monseñor Valerio Valeri no hubiera sido del agrado de De Gaulle, pero la alternativa era el embajador soviético, en un momento en que las relaciones franco-británico-americanas con Rusia ya no eran buenas, estando ya básicamente la guerra orientada a qué potencias controlarían que territorios europeos tras la esperable derrota del Eje.
En ese contexto histórico, el elegido había sido el entonces nuncio en Argentina, pero tuvo que renunciar, gravemente enfermo. El "segundo plato" era precisamente Roncalli, a quien tocó hacer de "bombero". Le escribió entonces una carta a su ex-secretario y amigo, que conservaría toda su vida y a quien terminaría nombrando cardenal, Gustavo Testa. En ella le citaba el lema que escogió en el siglo XVI el gran escritor Teófilo Folengo, benedictino que abandonó la orden por discrepancias con un superior, escribió notables parodias de los libros de caballerías ( nótese el precedente para nuestro gran Cervantes, que nació tres años después de la muerte de Folengo ), y luego solicitó y obtuvo el reingreso en la orden, arrepentido del anticlericalismo de parte de su obra literaria. La frase es, en latín en el original, del que se tiene cumplida noticia "Ubi deficiunt equi, trottant aselli", o sea, Donde faltan los caballos, trotan los asnos.
Hete aquí que al que suscribe, le dijo hace unos meses un excelente psicólogo que le conoce como si le hubiese parido, y que sin haber hablado nunca con, ni visto a , ningún otro miembro de mi familia, entiende mejor las dinámicas familiares en que me inserto que yo mismo, que mi estado mental era normal y adaptativo, pues estaba acostumbrándome a mi nuevo rol de padre de familia. La verdad es que la frase me pareció inadecuada, pues inmediatamente pensé: qué rol de padre de familia ni qué demonios.... Si soy el último mono: primero van mi abuela , y luego sus hijas. Es cierto que mi abuelo ya no estaba en condiciones de ejercer ese rol -condividido con mi abuela-, pero yo me sentía con menos galones y , sobre todo, menos trienios que el resto de "candidatos".
Como siempre, él acertó.... La semana pasada se hizo evidente que quien cogió el toro por los cuernos cuando las cosas se pusieron como se pusieron, fue menda. Cuando a la familia reunida, aún esperando a mi tía que no llegaría de La Coruña hasta hora y media después, ya tarde para participar en la decisión, la decisión familiar unánime fue que la representación familiar, la responsabilidad de las gestiones y la firma las tendría yo para todos los procesos.
Parece claro a día de hoy.... Como el campesino bergamasco que no cursó siquiera la Escuela Diplomática Vaticana y terminó siendo el ecumenista por excelencia del Novecento, a este burro le ha sido concedido el honor de tirar por una parte nada desdeñable del carro que es esta familia hoy más unida que nunca. Con permiso de mi abuela, mi madre, y mi tía, que, naturalmente, juegan también sus roles, importantes, y con gran valor y eficacia. Pero en no pocas cosas, las yeguas purasangre de esta familia le han dejado un lugar importante para tirar del carro a este burro sin pedigrí que se ha saltado el escalafón.
Y en ello estamos, con la ayuda de Dios, de mi familia, y de mis amigos. Tirando por el carro, y p'alante, con dos cojones, con perdón.
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