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Titiritero de palabras

La dignidad del parado

La dignidad del parado

Lo confieso. Soy un cotilla irredento. No logro evitarlo.

Esta tarde, llegué, como casi siempre, con tiempo muy sobrado para entrar a trabajar. En concreto, tres cuartos de hora. Suelo entrar media horita antes, por si hay algún imprevisto o algo, pero tres cuartos de hora me parecieron excesivos, así que, a pesar de mi precaria situación financiera en estos momentos, dilapidé un euro con diez en un café en la sidrería de al lado mientras continuaba la lectura del libro que había llevado para el autobús.

En un cierto momento, entró una chica joven con una silla con una niña pequeña, y se puso en la esquina más discreta de la barra, pero dicha esquina era cercana a mi posición.... Llamó la atención del camarero de un modo muy sutil, y le hizo con su actitud y gestos acercarse como para decirle algo muy secreto.... Tamaño secretismo, como digo, confieso, no pudo sino llamar mi atención y despertar en mí un deseo que no logré controlar de enterarme de qué iba el asunto. La chica le habló al camarero en voz muy bajita, avergonzada.... Le preguntó si tendrían trabajo para ella de ayudante de cocina... El hombre le dijo que en cocina no, pero para ayudante de camarera sí.... Ella respondió: de camarera no tengo experiencia, pero, ¿ puedo dejar el curriculum igual? - Por supuesto que sí. La chica cogió una carpeta de la silla de la cría, sacó de ella una hoja de papel y se la dio.....

La escena me dio mucho que pensar. Admiro a esa chica. En una circunstancia seguramente difícil para ella, y sin duda difícil para el empleo, sale a la calle cargando con la silla y la niña, y se pone a patear establecimientos solicitando trabajo. En mi opinión, se trata de algo que la honra. Y entiendo perfectamente que pueda sentir vergüenza, por pedir trabajo... No es el plato de más gusto del mundo. Ahora bien, me gustaría que los parados tuviesen muy claro que no tienen nada de que avergonzarse por no tener empleo. Y que si encima, buscan activamente uno, deberían sentirse orgullosísimos de sí mismos. Que una madre con necesidad de currar pregunte en un sitio si hay trabajo es tan digno de ser dicho en voz bien alta y con orgullo como el que llega a la barra y pide un gin-tonic poco cargado y con dos piedras de hielo . ¡ Como mínimo, si no más !

Qué pena que a los pobres nos toque tantas veces encima de ser putas, poner la cama. Y ole, ole y ole, por esa chica. Por mi parte, creo que poner orientadores personales eficaces para la búsqueda de empleo sería una buena medida que podrían promover tanto las AAPP como los agentes sociales, pues todos nos beneficiaríamos de ello. Y con una formación, esos orientadores, que incluya saber cómo empezar por asentar sobre bases sólidas la autoestima de tantos millones de personas que son capaces de ser útiles a la sociedad trabajando, que desean trabajar, y que no tienen nada de que avergonzarse por luchar para sacar a sus hijos adelante.

2 comentarios

Sergio -

Es que para eso les falta información, Chus. Los orientadores laborales que conozco son extraordinarios profesionales y muy íntegros, y nunca pondrían la oreja con mi mala educación a escuchar una conversación ajena :-) Un abrazo.

chus -

Este tipo de historias deberían contarlas en los cursos de búsqueda de empleo y no todas esas tonterías de que presentes el CV en un papel amarillo o que aprietes fuerte la mano al entrevistador.