La tele amarilla
El 11 de diciembre pasado, habiendo conocido de mi situación por medios que no vienen al caso, me contactó muy amablemente una chica catalana, G. , sabedora del trastorno de salud mental que padezco, en concreto, un trastorno de ansiedad, que me fue diagnosticado en 1998 y que permanece controlado con la medicación adecuada, que los profesionales sanitarios competentes me prescriben, desde que los fármacos empezaron a hacer efecto ( el efecto terapéutico de los fármacos que, por así decirlo, "atacan" en núcleo de la enfermedad, y no sólo alivian los síntomas, suele tardar en comenzar a instaurarse entre 10 y 15 días, y actuar plenamente a partir del segundo mes)....
G. estaba realizando un trabajo académico sobre mi enfermedad, y me preguntó , insisto, muy amablemente, si estaría dispuesto a responderle unos formularios, petición que acepté gustoso: soy partidario de ayudar a la gente a formarse, y soy partidario de ayudar a que el abordaje de las enfermedades, por métodos farmacológicos u otros, mejore mediante la investigación, para la cual, la formación es un paso previo imprescindible.
Ayer por la mañana G. me contactó de nuevo: una de las dos cadenas nacionales de televisión privada generalista "de toda la vida" ( por cierto, sabéis que hace meses que prácticamente no miro para la tele, pero no creo que haya cambiado nada en lo amarillista y sensacionalista de su línea) había sabido de su trabajo, y le pedía los nombres de quienes la habíamos ayudado. Naturalmente, G., a pesar de la insistencia del medio, nos pidió primero permiso para trasladarle al medio de comunicación dato alguno sobre nosotros.... Le dije que les diera libremente mis formas de contacto, que estaba dispuesto a atenderles. Me agradaba la idea... hay muchos falsos mitos sobre la enfermedad mental, y el tener la ocasión de contar algunas verdades para mí era una ocasión valiosísima.
Esta mañana me llama una redactora de ese medio, que se identificó como E. Muy amable, le rogué que me llamara cinco minutos más tarde por imposibilidad profesional de atenderla en ese instante, y así lo hizo.
La llamada "efectiva" me dejó a cuadros.... Me hizo cuatro preguntas, tras lo cual me agradeció amablemente mi ayuda, se despidió y colgó. Mi primera impresión fue: qué morro tiene esta tía; lo que ha querido hacer ha sido documentarse sobre la enfermedad del modo más comodón posible, preguntando, y ahorrándose hasta la molestia de leer: lo que obtuvo de mis respuestas lo puede obtener de la lectura, no sólo de cualquier artículo sobre esa enfermedad en cualquier enciclopedia, Wikipedia incluida, sino incluso con sólo leer los primeros párrafos, no hacía falta para ese viaje la alforja de leerse ni un artículo completo de una enciclopedia cualquiera.
Esa fue mi primera impresión; luego reflexioné. Creo que el "problema" fue otro.... Para lo que quiera que estuviese preparando , creo que necesitaba a alguien que sufriera llamativas y sensacionales consecuencias de su enfermedad. Ya cuando a la primera pregunta me dijo: "ah, pero entonces está usted sano ya, ¿no?" y le maticé que no me consideraba sano, sino asintomático, que mi trastorno puede llegar a ser muy invalidante para algunas personas, pero que a mí nunca me ha limitado en absoluto, por ejemplo, en mi vida profesional ( sólo he faltado al trabajo en 17 años de vida laboral dos días: uno por fallecimiento de una pariente, y otro por estar en el peor día de la evolución de una terrible bronquitis, que hacía que la constante y grave tos me impidiera hacer normalmente hasta la cosa más trivial).
Me preguntó, así mismo, ya un poco defraudada , a lo que parecía, por los síntomas que sufría de uno de los dos grandes grupos de síntomas que provoca mi enfermedad... Cuando le expliqué que existe un amplio espectro prácticamente continuo entre los afectados entre la mayor presencia de síntomas de una u otra clase, y que en mi caso la enfermedad se había presentado prácticamente de modo puro en uno de los dos extremos, con carencia casi absoluta de síntomas del otro grupo ( curiosamente, el más espectacular ), la desazón en su voz fue evidente.
Mi conclusión: esta redactora, o su jefe, quieren presentar el aspecto más sensacionalista posible de esta enfermedad, y no quieren ni saber que , según personas, puede ser, o tremendamente incapacitante, o absolutamente irrelevante; que no quieren saber que algunos enfermos experimentan síntomas observables y muy llamativos, y otros no hemos conocido más que síntomas anodinos y que sólo percibimos nosotros mismos. Y que me puedo ir olvidando de que esa cadena de televisión ofrezca jamás un tratamiento de este tema que ayude a luchar contra los prejuicios que la rodean: antes bien, hará todo lo posible por reforzarlos, que los tratamientos acientíficos y sensacionalistas suben mucho la audiencia. Las verdades aburridas, la bajan.
3 comentarios
BAILA -
Sergio -
Velda Rae -