¿ En qué mundo vivimos ?
Este mediodía, al volver de unas gestiones con las Administraciones Públicas, pude ver en la esquina de Uría con González del Valle una escena llamativa... Debía de serlo, vamos, pues despertó la mirada de todos cuantos transitábamos en aquel momento por allí.
Un grupo de seis miembros del Cuerpo Nacional de Policía se llevaba con ellos, hacia un vehículo, a dos críos de aspecto extranjero. Uno de ellos tendría unos diez años, el otro unos trece. Me llamó la atención muy positivamente el modo en que estaban actuando los policías: dos de ellos llevaban apenas cogido por un brazo y con el mayor cuidado a cada uno de los chavales. Su actitud era correctísima y actuaban de modo incluso amable,... Los dos críos llevaban cara como de quéSeLeVaAhacer.... Los policías, cara de En fin, toca hacer nuestro trabajo tal como está establecido... amables con los críos, respetuosos, yo diría que hasta comprensivos, y con espíritu hasta deportivo frente a algunos comentarios de algunos ciudadanos, pues hubo varias personas que se dirigieron a ellos en distintos tonos, y a todos ellos les estaban contestando muy serena y correctamente. Incluso a otro chaval , de pronunciación evidentemente española, que parecía conocer a los críos, que les lanzó un grito de ánimo, uno de los policías respondió con una sonrisa comprensiva.
Imagino que los críos habían tenido que ser llevados al lugar pertinente por los policías, seguramente por algún pequeño hurto , o cosa similar, dada la zona ( junto a El Corte Inglés)... El caso es que yo recuerdo mi vida con su edad, y os puedo asegurar que mi infancia no fue siempre del todo fácil... Pero aun con todas las dificultades de la época y con todo lo que me tocó vivir en entornos muy próximos, yo, a los diez años, iba cuatro horas a clase de EGB por las mañanas, dos por las tardes. Usaba todo el tiempo que no dedicaba a comer, entre la una y las tres del mediodía, a apurar hasta el último segundo jugando al fútbol. Si había balón, con un balón. Si no lo había, con una lata aplastada o lo que hubiese a mano ( ¿ a pie, mejor dicho ? ). Vuelta a clase de quinto de EGB de tres a cinco, y dos horas más de fútbol callejero a la salida, tras lo cual venía a casa a hacer los deberes.
¿ En qué clase de mundo vivimos para que unos pobres críos estén a mediodía en un coche policial, en lugar de educándose o jugando ? ¿ quién es el culpable ? Quizás haya culpa de sus padres, desconozco sus circunstancias familiares, o quizás el destino que el mundo les deparó a los padres no les dio muchas más oportunidades. No me extrañaría que sus padres jamás hayan pisado Europa y los menores estén solos en nuestro país. Conozco las respuestas que en estos casos aporta siempre un segmento de la población: mano dura. Rebajas de la edad penal. Endurecimiento de las penas de prisión. Personalmente soy muy reacio a intentar solucionar todo mediante endurecimientos del Código Penal. No me gusta el CP de 1995, y algunas de sus reformas creo que aún lo han empeorado. Cuando ciertos programas de la "tele" la toman con el delito "de moda" ( con perdón por la frivolidad de la expresión, que estoy hablando de cosas muy serias), enseguida surgen coros mediáticos reclamando endurecimiento de las penas. E inmediatamente encuentran eco en amplios sectores de la población. No es en absoluto menos grave la respuesta que suelen dar todas las fuerzas políticas que ocupan en ese momento el gobierno y/o las mayorías parlamentarias: rendirse a la presión en caliente y cortoplacista y endurecer el CP. Me resultaría desagradable si esa forma de proceder fuese ineficaz, y "solamente" ( muy entrecomillas, lo de "solamente" ) tuviera efectos en quien delinque, haciendole pasar más tiempo efectivo privado de libertad. Pero tengo otra preocupación tan grande como esa, o, mayor: es que esas medidas, lo saben bien los expertos, la mayoría de las veces no sólo resultan ineficaces: es que resultan contraproducentes. Si metemos a un adolescente en prisión, sin posibilidad de modificar su tiempo de estancia efectiva en prisión según su conducta ( otro grave error del CP del 95, a mi juicio ), lo más probable es que cronifiquemos su tendencia a delinquir. Y, cosa de la que sólo se da cuenta la población a veces ( en casos extremos hasta para propender a la pena de muerte), es que las estancias en prisión son caríiiiiisimas. Un pariente mío, perteneciente a un conocido cuerpo policial de carácter militar, ultraderechista hasta la médula, siempre, desde pequeño, me citó a una ministra socialista de la segunda república. A pesar de su ideología, siempre me decía: "Odia al delito, y compadécete del delincuente, Sergio". Mi pariente ya falleció, pero la frase no se me olvida. Lo que hoy gastemos en medidas punitivas, valdrá sobre todo para que la persona siga delinquiendo toda su vida, para arruinársela, y de paso, para arruinar al erario público, pues reentrará cada poco en prisión durante toda su vida, con los consiguientes costes al sistema. Si esos euros los invertimos hoy en su educación, no pocos de ellos encauzarán su vida ( yo soy una persona de barrio, y he visto muuuuchos casos, sin ir más lejos entre compañeros de colegio.... unos fallecieron por sobredosis de tóxicos, cierto; alguno incluso fue abatido a tiros, y os puedo prometer y os prometo, que de no ser por lo que le constreñía a hacer el síndrome de abstinencia cuando no lograba heroína para mantener su tempranísima adicción, era una de las mejores persona que jamás he conocido; pero no pocos de los que mal andaban, de chiquillos, no vieron cumplido el refrán, y no acabaron mal; a alguno lo sigo cruzando con frecuencia, y no menos de un par de ellos , no sólo son ejemplares padres de familia, y trabajadores, sino que son hasta empresarios, que han creado empleo para sí y para otros).
No digo que no hagan falta centros adecuados, en los que, además de educación y posibilidades que se les abran a los chavales, también existan recursos para aplicar una mano dura de carácter proporcionado, pues en muchas ocasiones se trata de gente con unas dinámicas muy feas y a las que no les puedes encauzar con una tibia regañina y un "y no lo vuelvas a hacer"... No descartemos tampoco totalmente el poder educativo de un "a la fuerza ahorcan" proporcionado y a su justo tiempo. No soy ningún ingenuo, y, como digo, hablo de cosas de las que conozco algo de primerísima mano. Pero cada paso inteligentemente dado del modo más oportuno hoy, puede significar modificar radicalmente la vida de un chaval para siempre, salvar su felicidad, y salvar a la sociedad de un futuro delincuente grave y pernicioso para todos.
Y cuidado en estos tiempos de crisis, que aumentarán los partidarios de las soluciones "fáciles".
Gracias por leer este tocho, querid@ lector(a).
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Velda Rae -