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Titiritero de palabras

Willy

Willy

Cuando se ha transitado por la vida treinta y seis años, aunque uno no haya sido Lemuelle Gulliver, se tiene la ocasión de conocer muchas situaciones y personas.... algunas de esas personas están más cerca del personaje que del humano convencional.

Uno de los personajes... perdón, una de las personas más interesantes que he conocido en mi vagar por este mundo ha sido Willy. Willy era un chico alemán, cuando lo conocí tendría unos treinta y muchos años, y entre las muchas cosas que sabía hacer, pues a veces daba la impresión de que sabía hacer de todo ( resultado, sin duda, de una vida bohemia y variada en la que anduvo muchos caminos y muchas veredas ) se encontraba el hacer de mimo. Tenía un repertorio no muy amplio, pero sí muy hermoso, de historias que contaba sin articular palabra, representándolas.

Lo conocí en un pequeño pueblo del sur de Italia.... allí se había emparejado con una chica del lugar y había dejado permanentemente estacionada su furgoneta pintada de mil colores vivos en un prado de las afueras, furgoneta que en su deambular por Europa era medio de transporte y casa, si bien en aquel momento estaba bastante establecido y había abandonado, no sé por cuánto tiempo a la postre, el nomadismo.

A mí me gustaba mucho una representación en la que hacía de un simpático pistolero de peli del Oeste. Tras el comienzo y el nudo de la trama, finalizaba con una sarta de tiros en un saloon, en la que el desventurado hombre del revólver, en un momento de absurdo y comicidad extremos, se confundía en el modo de usar el arma y terminaba disparándose a sí mismo accidentalmente y cayendo muerto en un error tan surreal como hilarante.

De vez en cuando, Willy se ponía en algún sitio de paso de alguna de las localidades en que coincidí con él ( Montescaglioso, Luarca, Oviedo...) y hacía su representación, juntando una pequeña multitud en derredor y dejando su sombrero de habitante del oeste para que quien quisiera le aportase unas monedas. Lo vi representar su papel con gran éxito en Basilicata, en Luarca.... En Oviedo se puso en pleno San Mateo en el Paseo de Los Alamos, y se juntó un corro impresionante de gente alrededor. El caso es que un mimo, con una representación vivaz y en medio de un concurrido paseo en fechas de gran trasiego hacía que muchísima gente le mirara, pero enseguida vi que la gente no atendía, no se fijaba, no prestaba verdadera atención... se limitaban a preguntarse qué demonios hacía aquel tipo con gestos amplios y ostensibles en mitad de su vía natural de paso.

El final fue bastante triste, aunque decenas de personas formaban corro y miraban la representación, no más de dos o tres, aparte de yo mismo, que ya conocía el final, lo entendieron y se rieron. El resto no entendió el gag en que desembocaba la obra y donde alcanzaba su punto álgido.

Tras el fracaso, me acerqué a hablar con Willy (huelga aclarar que él sabía tres palabras de español y yo tres de alemán, luego nos entendíamos en italiano), y le indiqué, indignado yo como estaba, que la actitud del público había sido inaceptable, que no se fijaban, que no atendían.... que así no se podía hacer arte....

Su respuesta, quince años después, no se me ha olvidado, y la sigo considerando poco menos que dogma de fe: Sergio, el público no tiene la culpa nunca. Si no comprendieron el gag no es algo que les debamos imputar a ellos, si no estuvieron atentos es porque yo no logré captar su atención. Le corresponde al artista implicar al público, jamás es obligación de éste estar atento. Del fracaso de esta representación no hay más responsable que yo...

Me viene hoy a las mientes esta idea viendo el inicio de la campaña electoral, y el clarísimo papel que el nivel de implicación y participación de los ciudadanos va a desempeñar, según todos los estudios, en el resultado. Si la participación no es alta, no hay nada que reprocharle a la sociedad, a los ciudadanos, que son adultos, responsables, inteligentes, y dueños de sus vidas. Si la abstención prolifera, no podemos buscar más "culpables" que a quienes hemos decidido libre y voluntariamente implicarnos más que la media en la política de modo activo, por no ser capaces de atraer su ilusión, por no captar el interés, por no dar sobrados motivos a la gente para que esté ansiosa por acudir a las urnas a insertar su papeleta para elegir entre dos modelos de política económica y social radicalmente distintos, que pueden ser tan decisivos para algunas familias, según la vía que se elija, como el tiro en la boca que  el vaquero Willy se procuraba accidentalmente, pero que quienes hemos decidido adquirir un compromiso moral mayor que el de quien no se ha implicado en estas cuestiones hemos dejado pasar, como curiosos viandantes del Paseo de los Álamos que el artista no consiguió que repararan en el revólver decisivo....

Eso me lo enseñó un clown ilusionado, un mimo con pasión, un artista con mensaje. Habrá quien separe el arte de la vida, pero no son senderos diversos que bifurcan, sino aspectos de esa complicada condición que es ser humano y transitar por la vida.

1 comentario

Guti -

Ummmm... No estoy del todo de acuerdo.

Por un lado, coincido en que el público no es, digamos, "culpable" por no mirar. O que culpabilizar al votante que se abstiene es, cuando menos, discutible.

Pero por otra parte, no creo que tenga que ser misión de los políticos captar la atención. Ya hacen, sin duda, *demasiados* esfuerzos al respecto. Hemos vivido una insoportable campaña electoral de 4 años.

Los políticos, aunque lo crean, no son artistas. Aunque muchas veces estaría bien que fueran mimos, o al menos, mudos.