Soy un paciente psiquiátrico, y no soy menos válido
La verdad que hacía tiempo que tenía ganas de escribir este artículo. Pero no encontraba las palabras. Hoy las tenía en la mente y lo quería elaborar, máxime cuando ayer "Las Elenas" me inyectaron combustible para ello.
El caso es que va a salir un desastre, porque lo tenía muy organizado en mi cabeza, pero hoy, un desgraciado incidente familiar, ha hecho que no sepa dónde tengo la ídem ( la cabeza ) , de modo que va a resultar cualquier cosa. Espero que tengáis la paciencia de leer el caos resultante y reordenar correctamente el puzzle en vuestro entendimiento.
Existe en nuestra sociedad un curioso estigma. Tú puedes contarle a cualquiera que tienes una bronquitis, una cardiopatía, una apendicitis, una fráctura de clavícula , y nadie te mira extraño. Todos valoran tu capacidad para hacer cualquier cosa exactamente en la forma en que te lo deja tu problema o patología. Sin embargo, entre demasiada gente, si se enteran de que tienes un problema de salud mental, no te juzgan de acuerdo con las capacidades que te deje tu caso concreto, sino que ya te miran raro, o dan por supuesto que no eres válido para muchas cosas, entre ellas, much@s empresari@s, para trabajar.
Pues se equivocan, un trastorno de salud mental no tiene por qué ser más o menos incapacintante que una patología del riñón, o cualquier otra incidencia orgánica. Existe gente con ciertas enfermedades o problemas de salud que no puede hacer ciertas cosas, otras sí; existen enfermos que no pueden hacer determinadas tareas (alguien con ciertas vértebras fracturadas no podrá realizar ciertos trabajos que requieran levantar pesos importantes, pero quizás puede trabajar en una oficina). Con los trastornos de la salud mental pasa lo mismo.
Os contaré un poco mi vida, aunque no os importe. Por otro lado es sólo una, y un grano no hace granero (pero ayuda a su compañero).
Me diagnosticaron por primera vez una depresión a los 12 años, me la trató mi médico general, un profesional excelente, en La Lila, D. Manuel Sánchez Llano.
A los 14 tuve la segunda, me derivaron a psiquiatría infantil del Hospital, donde me atendió excelentemente un psiquiatra fenomenal y mejor persona, el Dr. D. Ricardo Fernández Ortega, a quien aún hoy guardo un afecto especial.
Tuve algunos problemillas en 1993, por los que acudí a la consulta privada del Dr. Ortega. Allí, entre conversaciones sobre la pesca del salmón y sobre política, sacábamos una mínima cantidad de tiempo de nuestra consulta para que me prescribiera los fármacos más convenientes para mi dolencia, y me curó en seguida.
Desde 1997 tengo una enfermedad diagnosticada por el Dr. Víctor Aparicio Basauri, excelente psiquiatra que abandonó su plaza en mi Centro de Salud Mental cuando ganó la plaza de Jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Jove. Esa dolencia se me ha cronificado bastante, y a día de hoy aún no estoy del todo libre de ella, si bien la sigo tratando.
Tuve mi primer trabajo en junio de 1992. Desde entonces prácticamente no he dejado de trabajar. Nunca jamás he cogido un solo día de baja, nunca jamás mi salud mental ha perjudicado lo más mínimo mi capacidad de trabajar y ser útil a la sociedad acudiendo a mi puesto de trabajo. En su día (1997), gané por concurso-oposición un contrato laboral de duración determinada con el Principado de Asturias, modestia aparte, con el número uno. Como sabéis, para que te contrate el Principado, debes llevar a la Dirección Generla de la Función Pública un certificado de que estás en plenas condiciones de salud para ejercer su tarea. El Dr. Ortega, psiquiatra, me lo afirmó de palabra. Yo se lo transmití verbalmente a mi médico general del sistema de salud público, Dr. Pastor, que me emitió el pertinente certificado.
Tengo la inmensa satisfacción, además, de que la mayoría inmensa de mis jefes han quedado siempre muy satisfechos de mi trabajo y que, a día de hoy, la mayoría de ellos y de ellas, a pesar de que por circunstancias de la vida y de la legislación, particularmente de la administrativa, han prescindido de mí, más de una vez contra su voluntad. Además, la mayoría de mis ex-jefes y jefas, a día de hoy, no sólo son ex-jefes que tienen buen concepto de mí (seguramente porque son excelentes personas y me miran con buenos ojos). Es que además son mis amig@s , y sigo en periódico contacto con ellos.
Desde octubre de 1999 ni un sólo mes me ha faltado trabajo. Reitero además, que ni un sólo día he faltado a ninguno por razón de salud, ni creo haber incumplido jamás mis tareas y obligaciones por ese motivo (ni por otro).
Solamente una malnacida, una vez, me dijo, cuando comenté abiertamente el tema ante un grupo de compañeros del PSOE, me cogió en un aparte y me dijo: "Sergio, un consejo: no cuentes eso, porque sabes que aquí se utiliza todo, y has dado una baza que va a servir para que impidan que puedas jamás ya acceder a un cargo del PSOE".
La verdad es que además de una malnacida, esta señora es una ignorante, y eso pesó más en esa conversación, su ignorancia sobre temas de salud, y sus prejuicios, que su condición de hija de mala madre, con todos mis respetos para su señora mamá que creo que es una santa. No obstante, esta inculta, además de una ignorante, es una malnacida, dicho sea de paso. Ya os decía el otro día, en todas las casas cuecen habas, en la mía , a calderadas, y siempre tiene que haber un garbanzo negro.
No obstante, yo sé muy bien lo que le hay que responder a cierta gente, y le dije lo que le tenía que decir: "no me preocupa eso, Pilar, porque tú siempre has vivido de sueldos públicos y yo siempre he vivido de mi trabajo. Tú siempre has aspirado a trepar, y a mí nunca me ha interesado. Si valgo para un cargo público y no me lo dan por haber confesado tener una patología mental, quienes tomen esa decisión errarán, y serán víctimas de un prejuicio. Ahora bien. Yo confío mucho en la inteligencia y cultura de mis compañer@s del PSOE, y si un día resultara útil para una tarea que no fuese fregar nuestros locales, los responsables de tomar esa decisión no serán gente tan inculta y tan prejuiciosa como esta tal Pilar.
Por favor: mirad a los pacientes de salud mental como lo que son. Personas que tienen una enfermedad, que no son culpables de ello, y que, algunos, no serán capaces de hacer algún tipo de trabajo, o todos, por su condición de salud. Otros somos capaces. Aquel lema de aquella campaña, "Un minusválido no es menos válido" se nos puede aplicar a nosotros.
Huid de prejuicios, huid de juicios mal fundados, valoradnos por lo que somos y por lo que haemos.
Y no os olvidéis de ser felices.
Sergio. Titiritero de palabras.
El caso es que va a salir un desastre, porque lo tenía muy organizado en mi cabeza, pero hoy, un desgraciado incidente familiar, ha hecho que no sepa dónde tengo la ídem ( la cabeza ) , de modo que va a resultar cualquier cosa. Espero que tengáis la paciencia de leer el caos resultante y reordenar correctamente el puzzle en vuestro entendimiento.
Existe en nuestra sociedad un curioso estigma. Tú puedes contarle a cualquiera que tienes una bronquitis, una cardiopatía, una apendicitis, una fráctura de clavícula , y nadie te mira extraño. Todos valoran tu capacidad para hacer cualquier cosa exactamente en la forma en que te lo deja tu problema o patología. Sin embargo, entre demasiada gente, si se enteran de que tienes un problema de salud mental, no te juzgan de acuerdo con las capacidades que te deje tu caso concreto, sino que ya te miran raro, o dan por supuesto que no eres válido para muchas cosas, entre ellas, much@s empresari@s, para trabajar.
Pues se equivocan, un trastorno de salud mental no tiene por qué ser más o menos incapacintante que una patología del riñón, o cualquier otra incidencia orgánica. Existe gente con ciertas enfermedades o problemas de salud que no puede hacer ciertas cosas, otras sí; existen enfermos que no pueden hacer determinadas tareas (alguien con ciertas vértebras fracturadas no podrá realizar ciertos trabajos que requieran levantar pesos importantes, pero quizás puede trabajar en una oficina). Con los trastornos de la salud mental pasa lo mismo.
Os contaré un poco mi vida, aunque no os importe. Por otro lado es sólo una, y un grano no hace granero (pero ayuda a su compañero).
Me diagnosticaron por primera vez una depresión a los 12 años, me la trató mi médico general, un profesional excelente, en La Lila, D. Manuel Sánchez Llano.
A los 14 tuve la segunda, me derivaron a psiquiatría infantil del Hospital, donde me atendió excelentemente un psiquiatra fenomenal y mejor persona, el Dr. D. Ricardo Fernández Ortega, a quien aún hoy guardo un afecto especial.
Tuve algunos problemillas en 1993, por los que acudí a la consulta privada del Dr. Ortega. Allí, entre conversaciones sobre la pesca del salmón y sobre política, sacábamos una mínima cantidad de tiempo de nuestra consulta para que me prescribiera los fármacos más convenientes para mi dolencia, y me curó en seguida.
Desde 1997 tengo una enfermedad diagnosticada por el Dr. Víctor Aparicio Basauri, excelente psiquiatra que abandonó su plaza en mi Centro de Salud Mental cuando ganó la plaza de Jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Jove. Esa dolencia se me ha cronificado bastante, y a día de hoy aún no estoy del todo libre de ella, si bien la sigo tratando.
Tuve mi primer trabajo en junio de 1992. Desde entonces prácticamente no he dejado de trabajar. Nunca jamás he cogido un solo día de baja, nunca jamás mi salud mental ha perjudicado lo más mínimo mi capacidad de trabajar y ser útil a la sociedad acudiendo a mi puesto de trabajo. En su día (1997), gané por concurso-oposición un contrato laboral de duración determinada con el Principado de Asturias, modestia aparte, con el número uno. Como sabéis, para que te contrate el Principado, debes llevar a la Dirección Generla de la Función Pública un certificado de que estás en plenas condiciones de salud para ejercer su tarea. El Dr. Ortega, psiquiatra, me lo afirmó de palabra. Yo se lo transmití verbalmente a mi médico general del sistema de salud público, Dr. Pastor, que me emitió el pertinente certificado.
Tengo la inmensa satisfacción, además, de que la mayoría inmensa de mis jefes han quedado siempre muy satisfechos de mi trabajo y que, a día de hoy, la mayoría de ellos y de ellas, a pesar de que por circunstancias de la vida y de la legislación, particularmente de la administrativa, han prescindido de mí, más de una vez contra su voluntad. Además, la mayoría de mis ex-jefes y jefas, a día de hoy, no sólo son ex-jefes que tienen buen concepto de mí (seguramente porque son excelentes personas y me miran con buenos ojos). Es que además son mis amig@s , y sigo en periódico contacto con ellos.
Desde octubre de 1999 ni un sólo mes me ha faltado trabajo. Reitero además, que ni un sólo día he faltado a ninguno por razón de salud, ni creo haber incumplido jamás mis tareas y obligaciones por ese motivo (ni por otro).
Solamente una malnacida, una vez, me dijo, cuando comenté abiertamente el tema ante un grupo de compañeros del PSOE, me cogió en un aparte y me dijo: "Sergio, un consejo: no cuentes eso, porque sabes que aquí se utiliza todo, y has dado una baza que va a servir para que impidan que puedas jamás ya acceder a un cargo del PSOE".
La verdad es que además de una malnacida, esta señora es una ignorante, y eso pesó más en esa conversación, su ignorancia sobre temas de salud, y sus prejuicios, que su condición de hija de mala madre, con todos mis respetos para su señora mamá que creo que es una santa. No obstante, esta inculta, además de una ignorante, es una malnacida, dicho sea de paso. Ya os decía el otro día, en todas las casas cuecen habas, en la mía , a calderadas, y siempre tiene que haber un garbanzo negro.
No obstante, yo sé muy bien lo que le hay que responder a cierta gente, y le dije lo que le tenía que decir: "no me preocupa eso, Pilar, porque tú siempre has vivido de sueldos públicos y yo siempre he vivido de mi trabajo. Tú siempre has aspirado a trepar, y a mí nunca me ha interesado. Si valgo para un cargo público y no me lo dan por haber confesado tener una patología mental, quienes tomen esa decisión errarán, y serán víctimas de un prejuicio. Ahora bien. Yo confío mucho en la inteligencia y cultura de mis compañer@s del PSOE, y si un día resultara útil para una tarea que no fuese fregar nuestros locales, los responsables de tomar esa decisión no serán gente tan inculta y tan prejuiciosa como esta tal Pilar.
Por favor: mirad a los pacientes de salud mental como lo que son. Personas que tienen una enfermedad, que no son culpables de ello, y que, algunos, no serán capaces de hacer algún tipo de trabajo, o todos, por su condición de salud. Otros somos capaces. Aquel lema de aquella campaña, "Un minusválido no es menos válido" se nos puede aplicar a nosotros.
Huid de prejuicios, huid de juicios mal fundados, valoradnos por lo que somos y por lo que haemos.
Y no os olvidéis de ser felices.
Sergio. Titiritero de palabras.
9 comentarios
Sergio -
En principio iba a escribir el artículo con las palabras que tenía en mi cabeza, ya lo dije. Pero resulta que tuve un día muy malo familiarmente, como ya dije, y mi cabeza no estaba en buen estado, de modo que al final tuvo que ser el corazón quien escribiera. Y quizás no fue tan mala cosa.
Sé feliz.
Sergio -
¿ Que soy capaz de lograr todo lo que me proponga ? Tienes razón, pero no sólo yo: TOD@S podemos lograr lo que nos proponemos, sabes que hace más el que quiere que el que puede, y la vida lo suele confirmar.
¿ Que soy valiente ? No es cierto, soy un cobarde de libro. Pero a veces hay que echarle co***es, con perdón, y apartar por un instante el miedo, en virtud de metas más altas. Como cité hace pocas horas en mi blog, "no es valiente el que no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo" (Nelson Mandela).
Y algunas veces me animo a intentar superarlo, he aprendido en un excelente libro sobre terapia cognitivo conductual ( "Adiós ansiedad", de David D. Burns, que recomiendo a todo el mundo, sanos y enfermos), que una de las maneras más eficaces de superar los miedos es enfrentarse a ellos ( no es la única, y no siempre es la mejor, depende de cada caso, para más detalles remitirse al libro, o aún mejor, si podéis, a un/una psicólogo/a cualificado).
Pues bueno, pues llevo unos días enfrentando ciertos miedos por el método de la exposición, y debo admitir que no me va mal.
Aunque much@s no me crean, soy un tímido que ha conseguido superarlo a base de no comportarse como tal hasta aprender a manejar las técnicas de relación social tan aceptablemente que hoy constituyen uno de los ingredientes fundamentales del trabajo con que me gano el pan. Lo mismo me pasa con el miedo, soy un cobarde dispuesto a conseguir que llegue el día en que nadie lo crea, porque me verán desde fuera comportarme como si fuera un valiente.
Gracias por tus palabras, Chus. Nunca olvido quiénes son mis amigos, y tú sabes que puntúas muy alto en ese baremo, sé feliz.
Sergio -
Asociación de usuarios de salud mental hierbabuena
http://www.asociacionhierbabuena.org/
Ten un buen día.
Berta -
Increible escrito, de verdad. Parece que más que escrito con la cabeza haya sido el corazón el que te haya ido dictando las palabras.
Tienes razón, los enfermos mentales son gente válida en todos los sentidos.
He sido voluntaria de una fundación, y he visto como se trata a muchos de ellos y lo odio. Por el hecho de que no se intenta ayudarles, sino marginarles. Y es lo peor que se les puede hacer.
Gracias de nuevo por tus palabras. Y estoy segura que más gente de la que te crees se ha sentido identificada.
B
Chus -
Sergio -
Marta -
Me ha gustado mucho el post. Creo que al final sí que encontraste las palabras adecuadas. ;)
Un abrazo.
Sergio -
Sí, creo que eres tú. Podíais ser dos de las excelentes personas llamadas Marta que conozco, visto lo que has dicho, pero creo que sé cuál de las dos eres, porque la otra a estas horas está cuidando de su hija fijo, y si eres la que yo pienso, no tienes hijos, que yo sepa :-)
Besos, cielo, gracias.
Marta -