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Titiritero de palabras

La fortaleza de la soledad

La fortaleza de la soledad

En los últimos tiempos estoy pasando una crisis de creatividad. No se me ocurre nada que contaros. Y encima, como ando de trabajo hasta arriba ( aunque casi estoy por sumarme a la reivindicación de las mujeres: "queremos empleo , trabajo nos sobra" ), ni os cuento, la posibilidad de que pueda encontrar unos minutos para algo tan trivial como pensar en las tonterías que se me pasan por la cabeza y que aquí os cuento cuando ando más ocioso.

Así que, ante tal situación, he pensado: ¿ Qué haría alguien destacado, alguien que pueda ser un referente indiscutible, en mi lugar ? Tengo entendido que los presidentes de los EE.UU., que son unos tipos que tienen mucho poder, cuando se encuentran en una tesitura que los supera suelen pensar "¿ Qué haría Abraham Lincoln en mi lugar?". O quizás George Washington.... A mí la verdad es que los anglosajones raras veces me dicen nada, y si son del Partido Republicano, como Lincoln, ni os cuento. Así que tras mucho pensarlo, y tras valorar decenas de nombres de valiosos personajes latinos (desde José Saramago hasta Gianni Vattimo) he decidido escoger a Ana Rosa Quintana.

Una vez hecho lo más difícil, elegir cuidadosamente el referente, faltaba hacerse la pregunta y contestarla. Esto es.... ¿ Qué haría Ana Rosa Quintana en mi situación ? Bueno, la respuesta se me ocurrió presta y veloz: copiar de alguien que escriba mejor que yo y que tenga más capacidad creativa.

Así que me he decidido a plagiar. ¿ A quién ? Pues de perdidos, al río ( y de cabeza). Hoy voy a plagiar, por variar , a Franco Senia. Eso sí, para atenuar mi sentimiento de culpa, como siempre, voy a dar el URL original para quien prefiera al auténtico Franco frente a su copia:

http://francosenia.blogspot.com/2007/04/solitudini-e-fortezze.html Hecho lo cual , procedo al pirateo: Dice mi estimado Franco que "La fuerza de la soledad" es una obra maestra absoluta de Jonathan Lethem

 

Continúa así: una obra maestra escrita en 2003 por Jonathan Lethem, un libro doloroso y bellísimo, colmado de eso que el propio Lethem ha llamado, en otro lugar, "rabia herida". Y quizás no hablaba de sí mismo. Hay rabia en Jonathan Lethem y en sus libros. Rabia a trescientos sesenta grados. Aunque él la llama...desilusión. Y el viernes, por fin, he conseguido echarle mano, y poner mis ojos, sobre las "Memorias de un artista de la desilusión" ( nota de Sergio: por lo que sé, de esta obra no existe aún traducción al castellano; de "La fortaleza de la soledad" sí, en Grijalbo Mondadori ), recién aparecido en italiano en edición de Minimum Fax. Y también aquí, como en La fortaleza, el protagonista es un niño que no ve la hora de convertirse en adulto. Más adulto que sus padres. Sí, porque la rabia herida, precisamente, les corresponde sobre todo a los niños, y a sus ganas de ser mejores. Una serie de novelas en forma de ensayo. O un ensayo en forma de una serie de pequeñas novelas. Que cada uno escoja al Lethem que prefiera, porque él ya ha elegido. Ha elegido el amor. El amor por los libros de Dick, el amor por las películas de Casavettes. Por los cómics de Jack Kirby, por las canciones de Talking Heads, y el amor por Nueva York. Un amor como en un libro, como en una película. O quizás lo que tengo entre mis manos y que estoy leyendo y releyendo no es un libro, ¡ es un disco ! E incluso hay una pista de regalo. ¡ Sobre James Brown ! Un disco que habla de amor y de muerte. Sí, porque están todos muertos, Casavettes y Dick , Brown y Kirby. Como ha muerto la ilusión de Lethem , de poder y deber escribir todos los libros que a Philip K. Dick no le dio tiempo, mientras aún vivía. Por el simple motivo de que cada uno ha hecho en su vida, haya lo que haya durado, todo aquello que debía hacer. No existen los libros que Dick debería haber escrito, ni siquiera los que duermen dentro de las cartas de Paul Williams, y que de cuando en cuando hacen que el mercado grite "Inédito". Los libros por escribir, para Lethem, son los que debe escribir Lethem. Uno menos por escribir cada vez que termine uno. Pero para llegar a esta conclusión hace falta hacerse adultos, hasta el punto de descubrir que el hecho de declarar a un escritor, un músico o un director mi favorito, por lo que parece, resulta ser una especie de pacto suicida con mi entusiasmo. Jonathan Lethem, nacido en febrero de 1964, exactamente quince años antes que yo, descubrió a Dick a la edad de quince años. Año arriba, año abajo, cuando lo he descubierto yo. Era ya su escritor favorito ya diez años ( veinte años antes, en lo que a mí respecta) de su boom editorial. ¡ Su "top ten" de Dick no coincide con el mío !

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