Los límites y el orégano
No voy a engañar a nadie: me parezco muy poco a Teresa de Calcuta, y no sólo en el físico. No obstante, creo que buena parte de quienes me conocéis un poco convendréis conmigo en que, con cierta frecuencia y, sobre todo, con algunas personas a las que les profeso afecto hago con ellas cosas como las siguientes: - cuando ha habido algún error por parte de uno de los dos, asumir siempre, ante la menor sombra de duda que el error ha sido mío y no de la otra persona. - hacerles favores sin límite, una y otra vez, con una reiteración rayana en el masoquismo... Creo que sabéis a lo que me refiero. Y con muchos, sólo pongo límite cuando ya llego a un nivel de indignación extremo, cuando la paciencia del mismísimo Job hubiera sido arrollada por los hechos.
Pues bien, sé, y debería recordarlo alguna que otra vez, que ese modelo de relación con las personas no es bueno para nadie. Más pronto que tarde no genera más que frustración y descontento en las dos partes. Además, me hace convertirme a mí en la más absurda de las variedades de esclavo ( una esclavitud autoimpuesta, el colmo de la estupidez, debo admitirlo ) y, aun antes de que mi hastío me haga responder con mayor y mayor desgana, hace de la otra persona una persona menos plena de lo que debería ser, pues la convierte en dependiente de mis flaquezas y de mis favores, la hace acomodarse y evitar su propio desarrollo personal, deja de crecer, pues, total, esa facultad que podría desarrollar por sí mismo, no le es imprescindible: ya le hace eso Sergio cuando haga falta.
Y, aunque os parezca increíble, algo tan lógico y evidente, algo que salta a la vista con la fuerza de un puño, muchas veces no lo veía siquiera, y me tuvo que hacer ver nada menos que un psicólogo clínico esa forma mía de funcionar en las relaciones personales. Y ahora que lo sé racionalmente, ahora que sé, además, que me han enseñado, que eso se soluciona poniendo límites a esas personas, imponiéndoles límites, diciendo no a partir de un cierto punto, y he comprobado experimentándolo que ese establecimiento de límites funciona, funciona a la perfección, y nos hace mejores personas a las dos partes, y mejora incluso la relación personal.... aun con ese conocimiento, yo, animal de costumbres... no, más bien animal de VICIOS, sigo cayendo en ese error más veces de las que deseo
Supongo que uno de mis buenos deseos para 2007 debería ser tener eso constantemente presente, y abandonar ese persistente error de mi carácter... ¿ Seré capaz ?
P.S.: El título y la foto, obviamente, se refieren a una planta muy útil, y muy común en la Europa Mediterránea, pero de la que dice el sabio refrán que "No todo el monte es orégano".... [ por si no era evidente ]
4 comentarios
Sergio -
Salud, Darkglam, y que tengamos un campeonato de F-1 interesantísimo de ver la próxima temporada. Nos vemos en las pistas.
darkglam -
Las cosas del caracter son dificiles de cambiar de la noche a la mañana. Convivimos con nosotros mismos demasiado tiempo.
Frida -
Car -