La ópera es aburrida
"De verdad de la buena", que añadiría la campaña publicitaria de la última compañía de telefonía móvil que ha comenzado a operar en nuestro país.
Veamos un buen ejemplo de ello: Tras la premiere inaugural de la temporada de ópera en La Scala, el pasado jueves, con asistencia, entre otras figuras de postín, de Angela Merkel, el domingo se produjo la primera representación ordinaria de Aída, de Verdi. El tenor francés Roberto Alagna la protagonizaba en el papel de Radamés. En los días precedentes, Alagna se había despachado a gusto con la prensa lombarda, a la que acusó de centrarse en criticar la escenografía y la coreografía en lugar de valorar sus cualidades vocales. Del público milanés vino a decir que no era un auténtico público, a decir poco.
El caso es que Alagna entonó el aria introductoria de la obra y los tímidos aplausos se vieron ahogados por los sonoros abucheos que llegaban, sobre todo, pero no sólo, desde el gallinero. El francés se enfureció, dirigió un puño colérico hacia los saboteadores y abandonó el escenario. La mezzosoprano Ildiko Komlosi se encontró, entonces, representando un dúo a solas. Aunque algunos músicos titubearon, el director, Ricardo Chailly, continuó imperturbable con su labor, encabezando una orquesta que no cesó su interpretación. El director de escena se dirigió al suplente de Alagna, Antonello Palombi, que se encontraba próximo a él y le dijo: "¡ Sal !". Palombi, estupefacto, en vaqueros y camisa negra preguntó: "Pero me visto, ¿no?".... - "No, no, no hay tiempo... así". Sin calentar, el italiano finalizó en vaqueros el primer acto, en el que pronto se fueron acallando las voces críticas. Tras el descanso, finalizó su actuación caracterizado. El público premió al final la actuación de Chailly y de Palombi con una prolongada ovación.
Fue un retorno a los orígenes, cuando la Scala era centro de pasiones, un estreno podía ser un éxito o un fracaso, la ópera era espectáculo vivo, los argumentos hacían guiños a la actualidad, descontextualizándola históricamente para no caer en la evidencia... Unos tiempos que quizás en Oviedo han pasado, o nunca fueron, pero es que, tiene razón Alagna: el de Milán no es un público.... ¡ El público de Milán es la ópera ! Y la ópera, amig@s mí@s, no es aburrida. De verdad de la buena.
2 comentarios
Sergio -
darkglam -