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Titiritero de palabras

Humanidad

Humanidad En la tarde de ayer, Vicente Sánchez, porque hay que decir su nombre con todas las letras, circulaba en coche, de vuelta de un intento, poco bendecido por la climatología, de practicar un poco la escalada, cuando vio un camión accidentado metros abajo del viaducto. Ni corto ni perezoso, se detuvo, y, a pesar de las grandes llamas y del riesgo de explosión, se arrimó a la cabina del vehículo y sacó sobre sus hombros al conductor herido, Rubén, de 23 años. Lamentablemente, este último falleció poco después. Pero actitudes como la de Vicente te hacen, una vez más, reconciliar con la especie humana, a pesar de que con frecuencia me asaltan dudas sobre ella.

Y este pobrecito escribidor se pregunta, sabido como es que casi siempre tiene más miedo que vergüenza, que hubiera hecho él en su lugar, y, para su pesar, se confiesa a sí mismo que seguramente no hubiera osado arriesgar el pellejo como este chaval hizo. Y se siente mal, porque se lo debemos a nuestros compañeros humanos que un mal día sufran la desgracia de un accidente y necesiten nuestra ayuda, pero, sobre todo, se lo debemos a la gente como Vicente. Quizás el que aquí escribe deba hacer un poco de gimnasia mental, visualizar, y entrenarse, para, si un día se ve en un caso así, poder estar a la altura que debería poseer todo humano digno de llamarse tal. Entre tanto, gracias, Vicente.

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