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Titiritero de palabras

Objetos sin alma

Objetos sin alma Siguen dando vueltas en mi cabeza las horribles mesas de plástico que vi ayer en el café franquiciado que ocupó el local de uno de los viejos, trallados, incluso sucios bares que amé y que un día me cobijó. Las prácticas mesas impolutas e iguales nunca tendrán el valor de las viejas tablas leñosas pobladas de irregularidades, roturas, manchas, escritos rayados en su superficie de efímeros amores adolescentes firmados con iniciales (en fechas tan remotas que sin duda su autor no se reconocerá ya en ellas) que les daban su singularidad. Los cucharones de cocina que hoy compramos en el supermercado no durarán los años que nos acompañó aquel otro de sólida madera, ni llegarán a tener las marcas y el desgaste que lo hicieron nuestro. Ningún robot de cocina multiusos tendrá el encanto del mortero de nuestra bisabuela.

Hace unas horas he recorrido la autovía que une Siero con Oviedo. He visto un funcional supermercado, una funcional tienda de funcionales muebles suecos. Incluso los prostíbulos que se confunden en los polígonos con las naves industriales, seguramente son, ellos también, muy funcionales.

Y me pregunto si esos objetos sin alma, si esos lugares sin alma, no serán un símbolo de una civilización que pierde, a pasos agigantados, pedazos, jirones, de buena parte de su alma...

Una canción: "Bella senz?anima", del cantante y compositor italo-francés nacido en Vietnam Riccardo Cocciante.

Otra canción: "Querida Milagros", del dúo charnego "El último de la fila".

"En tu trampa he caído yo también; adelante el próximo, le cedo mi sitio. Pobre diablo, ¡ qué pena me da!"

"No estaría de más que alguien me explicara qué tiene esto que ver contigo y conmigo"

1 comentario

Esther -

Un momento nostálgico, que a la vez te arranca una sonrisa cuando se recuerdan objetos como los que has nombrado. Es irremediable, y tal vez ya nadie piense, como tú, que estos objetos sin alma sean símbolo de pérdida. Más bien es de ganancia. Aunque ya todo dure menos, o esté hecho con peores materiales. Todavía escucho (y a veces digo) que tal o cual cosa ya no es como las de antes. Todavía hay prendas u otros objetos que cumplen más de 25 años y siguen estando en perfecto estado. Y ahora, lo que compres en 2006, no llegará a 2031; ni siquiera uno mismo le dará más de dos años de vida media. Nacen y mueren con tanta rapidez que, sí, normal que no tengan alma.
Un saludo