Todos los políticos son iguales
El otro día, en un foro que no indicaré, pero en un contexto en el que lo que menos esperaba en aquel momento era una afirmación sobre un tema similar ( o yo estaba muy dormido , que lo estaba, o estábamos hablando de otra cosa, cosa que yo juraría que también, aunque lo primero no me permita estar seguro de lo segundo), otra persona enunció por enésima vez en mi presencia "¡Todos los políticos son iguales!". La verdad , que sería porque estaba dormido, pero no logré entender a qué venía aquello en aquel momento, y a mi edad, como siempre digo, los burrinos tenemos ciertos resortes ( o circuitos neuronales muy reforzados, supuesto que yo tenga neuronas suficientes como para constituir circuitos ) muy asentados, de modo que salté sin poder evitarlo: "Eso no es cierto, empezando porque yo me considero político, y no considero que sea igual que todos los políticos".
Había prometido yo uno de estos días ( ¿ayer? ¿ anteayer? está a la vista si salgo del modo editar, vosotros lo tendréis al leer estas líneas) no volver a hablar de política en mi blog. Ahora bien, todo el mundo sabe que las promesas se hicieron para romperlas ( ironía ) y que los políticos mentimos más que la media de la población ( otra ironía).
Así pues, hoy haré un salto a Canosa y donde dije Digo digo Diego: los políticos son ( ¿somos? ) todos iguales: somos personas. Con todo lo bueno y lo malo que eso supone, incluyendo que hay personas que se venden por dinero, otras que actúan por egolatría ( ¿actuamos? si se tiene en cuenta que la egolatría suele tener que ver con dudas sobre la estima que uno se merece a sí mismo seguramente yo no necesite la interrogación), otros, en fin, porque se sienten felices cumpliendo con la ética que ellos mismos se marcan ( yo estoy en fase de tratar de superar la segunda motivación y aproximarme a la tercera, que creo que no dejan de estar en los extremos de un continuo ninguno de cuyos extremos alcanza casi nadie en estado puro).
Hoy ha habido un terrible accidente en Barajas, y he podido ver cómo cuatro políticos se mostraban como iguales. Hubo más, pero yo me fijé en cuatro: Alberto Ruiz Gallardón, Magdalena Álvarez, José Luis R. Zapatero y Mariano Rajoy. Sus caras circunspectas reflejaban una honda tristeza. Creo que todos ellos habían visto ya más de lo que les hubiera gustado si no fuese su deber. En particular, Gallardón era evidente que había llorado, y no precisamente con lágrimas de cocodrilo.
En otras ocasiones el dolor por una tragedia se vio , contra mi deseo, ligeramente teñido de matices, cuando diversas ideas sobre cómo afrontar el fascismo etarra daban lugar a sutilezas que hacen pensar aquello de que el diablo está en los detalles. Hoy, que sólo la fatalidad ( u otras cosas que en su momento decidirán los técnicos, y, a la postre, basándose en sus informes, los Tribunales) nos ha golpeado, me siento muy satisfecho de decir: todos los políticos son iguales. Humanos. Como tú. Como yo. Como todos. Y que así sea.
Sed felices.
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