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Titiritero de palabras

Corre, Alan, corre

Corre, Alan, corre

Hoy quiero volver a traer a este blog a dos habituales: Alan Turing y John Von Neumann. La verdad es que no tengo gran cosa nueva que decir, pero hace un par de días que me lo pide el cuerpo.

 Dos mentes extraordinarias. Del increible von Neumann, cabe lamentar que dedicara tantos esfuerzos a la causa del militarismo, que este blog repudia. Pero su estatura intelectual como científico en las más diversas áreas: matemática pura, aplicada, ciencias de la computación, física, dinámica de la combustión lo hace una de mis mentes favoritas del siglo XX, llegando en ocasiones a hacerme olvidar que calculó la altitud a que deberían detonarse las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki para maximizar sus efectos destructivos, o su infructuosa insistencia en que los objetivos fuesen zonas de Japón aún más densamente pobladas.

Turing es otra cosa. Es, además de un hombre de una inteligencia superior a la normal, el triunfo de la voluntad. El primer día de clase en un colegio, al haber huelga general y no disponer de transporte, recorrió 60 millas en una bicicleta de la época para no perdérsela. Sus tiempos en la maratón estaban sólo 13 minutos por debajo de la marca obtenida por el ganador de los Juegos Olímpicos de 1948.Pero es a lo intelectual donde lo aplicó. Respondió negativamente al problema planteado por Hilbert sobre la decisión, independientemente de Alonzo Church y de un modo enormemente más intuitivo. Fue decisivo en los esfuerzos de guerra británicos para descifrar los códigos de las máquinas Enigma alemanas. Sentó bases nuevas y potentes para el estudio de la morfogénesis, que aún se utilizan hoy en el siglo XXI. Escribió el primer programa de ordenador que jugaba al ajedrez, que, por falta de máquinas adecuadas para ejecutarlo, ejecutaba con lápiz y papel.

No podemos olvidar su trágica muerte. Tras denunciar un pequeño robo, denunciante y denunciado terminaron procesados por prácticas sexuales entre personas del mismo sexo. Obligado a escoger entre prisión y tratamiento hormonal, terminó suicidándose mordiendo parte de una manzana con cianuro... En la civilizada inglaterra de hace sólo cincuenta años. Lo cual, por cierto, me hace sentir inmensamente orgulloso de vivir hoy en un país pionero donde, sólo medio siglo después, todos los hombres y mujeres, independientemente de sus preferencias sexuales y/o sentimentales, tienen los mismos derechos.Aunque algunos con querencia por los oscuros tiempos medievales no les guste.

 

1 comentario

donchus -

Está muy bien este post. De los que más me gustaron Sergio :-)