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Titiritero de palabras

El teórico y el ejecutor

El teórico y el ejecutor

El mes pasado fallecía en California el destacado economista Milton Friedman. Ayer moría en Chile el sanguinario dictador Augusto Pinochet. Friedman siempre negó rotundamente haber prestado asesoramiento al régimen del tirano , y justificaba su famoso viaje a Chile como respuesta a una invitación de un grupo académico para pronunciar una conferencia. Lejos de mi intención pretender juzgar a un personaje de la estatura intelectual de Friedman con los escasísimos datos que obran en mi poder. Sin embargo, uno ha sido formado en un ambiente científico-técnico y acostumbrado a encontrar relaciones entre hechos y acontecimientos. Y es indudable que las teorías de Friedman fueron aplicadas con rigor extremo por los gobiernos del genocida Pinochet. Y que el desprecio de esos gobiernos por los costes sociales de la aplicación de su política económica hubiera sido imposible en un país con sindicatos y partidos libres, democráticos y organizados, cosa que se encargó de erradicar, sin que los medios empleados le supusieran el menor remordimiento de conciencia, el general asesino.

 Curiosamente, Chile ha resultado ser en los últimos tiempos un país de una gran estabilidad económica y política, donde se ha asentado una democracia fuerte, que ha permitido, entre otras cosas , procesar múltiples veces al criminal, aunque nunca llegara a ser condenado, y donde se ha podido conseguir que el militar traidor al presidente democrático, electo, a quien juró defender, no haya recibido trato, de cuerpo presente, de ex-Jefe de Estado. Parecen cumplirse los vaticinios del economista de que una economía sólida y saneada constituye una excelente base para una democracia fuerte y sana. Para ello, no obstante, se pasó por encima del sufrimiento, los derechos y la vida de toda una generación de chilenos y chilenas, por esfuerzos y penas que millones de ciudadanos no legitimaron democráticamente, por desgracias pobremente ( o nada) asistidas por un estado no sólo asesino, sino también depredador. Valga como ligero consuelo histórico que el Chile que edificó el villano sobre la sangre de tantos es, a pesar de todo, una nación libre, que es capaz de mirar a la Historia con dignidad y a los carniceros según sus merecimientos.

 

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