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Titiritero de palabras

Cuidado con los Másters del Universo

Cuidado con los Másters del Universo

Hay un par de pasajes de la novela "La hoguera de las vanidades" que siempre me han fascinado. Toda la novela me gusta, salvo quizás su final, pero un par de "escenas" me encantan. Esta en concreto creo que cobra especial valor tras lo que ha ocurrido en el mundo desde 2007 y desde que hemos visto qué tipo de tipos, valga la horrible repetición, son algunos trabajadores hiper-bien-pagados del sector financiero, especialmente del estadounidense, pero no solo.

Sherman McCoy es un trabajador de una empresa que negocia valores para sus clientes y para sí misma. Está especializado en unos ciertos productos muy concretos. Vive en un apartamento carísimo de Nueva York y lleva un elevado nivel de vida. A veces gana millones de dólares para su empresa y/o sus clientes, y la correspondiente comisión para sí, siendo veloz para aprovechar en el segundo propicio diminutas variaciones en el precio de unos ciertos bonos. Para motivarse, suele recordarse mentalmente que él es, en la terminología que usaría su hijita, un "máster del universo", un tipo con un inmenso poder, que gestiona a través de las teclas del ordenador de su puesto de trabajo en unas oficinas en un elevado piso de un rascacielos.

En el capítulo 12, El último de los grandes fumadores, el protagonista, Sherman McCoy, tiene gran interés en saber qué publica el periódico, está ansioso por mirar si sale algo sobre un accidente en el que su coche, conducido por su amante, atropelló a un chico, tras lo cual se dieron a la fuga sin comprobar si el chico estaba bien. Se habían confundido al salir de la autopista y habían terminado perdidos en un deprimido barrio de mayoría negra, donde su lujoso coche no pasaría desapercibido, y tenían miedo.

Sherman  está en su puesto de trabajo, que no puede abandonar ni para comprar el periódico. De hecho, tampoco puede leer el periódico en él, salvo a escondidas. Aprovechando que Félix, el limpiabotas, le acaba de limpiar los zapatos, le mete en un sobre un billete y le pide que le vaya al kiosko, le compre el City Light, y se lo lleve, indicándole que hay cinco dólares en el sobre y que la vuelta es para él.

Félix inicialmente se niega, indicándole que están en el piso cincuenta, que se tarda mucho en bajar y subir a ese piso , que es posible que el ascensor, como le pasó la anterior vez que salió del edificio a un recado, tardara mucho en venir....  que seguramente el encargo le requeriría mucho tiempo y que no  le merecía la pena.

Sherman considera la actitud de Félix ultrajante ( seguramente para él, nada menos que un máster del universo).... Un limpiabotas le estaba diciendo que cinco dólares por ir a comprarle un periódico de 35 centavos perjudicaba sus beneficios como profesional. Conteniendo su ira a duras penas, Sherman rebusca en su bolsillo  otro billete de cinco, lo mete en el sobre, y se lo da al limpiabotas que entonces procede a ir a comprarle el periódico con mal gesto.

¿ Es razonable que un broker desprecie el, a mi juicio, legítimo cuidado de un limpiabotas por el pan de sus hijos porque gane diez mil veces más al año? ¿ Es más valioso para la sociedad el trabajo de un empleado del sector financiero que el de un limpiabotas, máxime cuando hoy sabemos que no pocos forrados en el sector financiero no sólo no procuraron beneficio alguno a la sociedad, sino gravosísimos daños, que terminaron pagando los limpiabotas con sus impuestos ? ¿ Qué le hubiera dicho Sherman al limpiabotas si este le hubiese requerido para que dedicase un tiempo en el que él normalmente hubiese ganado 100.000 dólares a un encargo por el que le ofrecía 50.000 ?

Me gustaría , querido lector, que pensases tus respuestas a mis preguntas. Yo tengo claras las mías, pero están muy sesgadas. Mi vida y mis ingresos se parecen mucho más a las del limpiabotas que a las del broker, y no logro abstraerme de esa mi condición.

 

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